El nombre

Poner nombre al espacio en cuestión representa un reto que implica dos cuestiones en especial: Resaltar la excepcional ubicación y sus magníficas dimensiones así como poner énfasis en las condiciones físicas que se adecuaron magistralmente con movimientos de tierras, creando una topografía por demás afortunada.

En este afán se tomaron en consideración propuestas que incluyeran de manera sugestiva los puntos mencionados anteriormente: Geografía, belleza y generosidad de los espacios.

De tal manera se retomó el principio de la expresión ancestral “traslomita”, cuyo significado no se puede precisar con exactitud en lo que se refiere a la amplitud y la distancia. Hay un dejo de misterio, de sorpresa que nos depara la aventura de cruzar y acceder a una vivencia extraordinaria y nos abre la posibilidad de encontrarnos con imágenes o eventos inesperados, toda vez superada esa momentánea barrera visual que nos imponen los verdes montículos. Así pues, ante la magnificencia del espacio, el diminutivo no tiene cabida, lo que conlleva a depurar la expresión, resultando contundente y única: “Trasloma”.

La arquitectura de la palabra nos conduce a hacer hincapié en afortunadas coincidencias: El lugar se encuentra ni más ni menos abrazado por dos de las venas que forman parte fundamental de la columna vertebral de Guadalajara, Lopez Mateos y Mariano Otero: LOpez MAteos o si se quiere LOpez Mateos y MAriano Otero.

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